Capitulo 33
EXPOSICIONES dirigidas al Gobierno de S.M. por el
AYUNTAMIENTO y PUEBLO de La Línea de la
Concepción solicitando la reforma del Real Decreto de 23 de octubre de 1894.
EXCMO
SR. MINISTRO DE HACIENDA,
EXCMO
SR.
El ayuntamiento Constitucional del pueblo
de La Línea de la Concepción, en la
provincia de Cádiz, faltaría a uno de los más sagrados deberes que por Ley le
están encomendados, si dejase en los actuales momentos de recurrir a V.E. con
toda consideración y respeto, para rogarle se digne escuchar el lamento de un
pueblo que aterrado ante el cruel martirio a que inopinadamente se ha visto
sometido, abriga como único consuelo la esperanza de ser atendido en su
justísima reclamación por el Gobierno liberal que se encuentra dirigiendo los
destinos de la hidalga nación española.
El pueblo de la Línea de la Concepción, y en su nombre y representación esta Corporación Municipal, se ve obligado a
consignar ante la respetable autoridad de V.E. la sorpresa dolorosísima de que
se halla poseído desde el momento en que la lectura de la exposición de motivos
en que V.E. tuvo a bien fundarse para aconsejar a S.M. la Reina Regente (q.D.g.) la aprobación del Real Decreto de 23 de octubre próximo pasado, le
demostró que en lo que se a esta pueblo se refiere existen evidentes e
importantísimos errores de información, carencia del conocimiento exacto del
modo de ser de este noble y honrado vecindario y propósito decidido de
someterle a una legislación tan especial que ha resultado mortal por necesidad
para todos los que, ya por su nacimiento o por otras causas tan atendibles como
aquella, encuéntranse obligados a vivir en este pedazo de tierra de la madre
patria.
Estos vecinos viven como en cada pueblo lo
hacen los demás españoles y también los que no lo son, en la creencia de contar
con las garantías de las leyes del Reino y con la muy esencial, que es común
para todos, de la Constitución del Estado, la cual prohíbe de modo terminante y
absoluto que a nadie se prive de su propiedad sino por autoridad competente y
siempre previa indemnización, como se garantiza también por nuestras leyes
penales el respeto más absoluto para los que no delinquen, por el derecho que
todos tenemos a que no se cometa contra ninguno arbitrariedad tan enorme como
la que resulta al imponerse pena el inocente, al que nunca delinquió.
Las disposiciones del Real Decreto antes
citado convierten en víctima, y víctima inmolada con inusitada crueldad, a este
pueblo. El vecindario ha solicitado de su Ayuntamiento que eleve su voz ante
los Poderes en defensa de su buen nombre y de sus legítimos intereses,
gravemente lesionados, y por ello esta Corporación
Municipal recurre a V.E: llena de fe y con halagüeña esperanza de ser
atendida en cuanto fuere procedente y justo; porque el pueblo de La Línea de la Concepción no pretende
más que lo legal, la conversación de sus derechos, y el ser tratado como todos
los demás pueblos de España, que él también, como aquellos cumple con los
deberes a los españoles encomendados.
El pueblo de la Línea de la Concepción, cuya existencia es tan remota como la del
extranjero en la vecina plaza inglesa, si bien no constituyó Ayuntamiento
independiente hasta el año 1870, no por eso carecía desde tiempos antiguos de importancia
en su vecindario, como se demuestra con el hecho de haberse en ello fundado la
disposición del Gobierno, fecha 17 de enero del referido año, concediéndole su
independencia municipal, previo dictamen de conformidad del Consejo de Estado
en pleno, cuyo alto Cuerpo consultivo estimó no ser posible impedir que
determinada localidad adquiera en toda época la prosperidad de que sea
susceptible.
Entonces se demostró, como es facilísimo
demostrar ahora, que el pueblo de La
Línea cuenta con sobrados elementos y recursos propios de verdadera
importancia para su vida material y próspero desenvolvimiento, sin necesidad de
recurrir a ningún medio ilícito.
De igual modo puede demostrarse que el
aumento de su población es natural, lógico y perfecto como legalmente
explicable.
Con la concisión posible para demostrarlo
este Ayuntamiento, guiado del vehemente deseo que la guía de llevar al ánimo de
V.E. la verdad de lo expuesto anteriormente.
Existe en este término municipal, conforme
resulta del último censo oficial, una población de HECHO de 13.862 habitantes, de los cuales son varones 6.837, no todos aptos para el
trabajo porque en la expresada cifra están incluidos los niños.
Tiene dentro del casco de la población, con
un desarrollo extraordinario, una importantísima Fábrica para la elaboración de
tapones de corcho, modelo y la primera de su clase en España, con todas las
demás industrias anexas a la indicada como principal, y sostenida por la INDUSTRIA CORCHERA con tal abundancia
de capital para su constante progreso como el que representa la respetabilidad
del nombre de los señores Larios Hermanos, que son los propietarios.
Dicha fábrica sostiene diariamente, y sin
interrupción alguna, más de mil operarios destinados a la elaboración de sus
productos, además de un número crecidísimo de porteadores de corcho y de las caballerías
de que aquellos se valen para conducir la primera materia indispensable para la
fabricación, ya de los montes, ya de los diversos puntos donde aquella se deposita
para ser trasladada al espacioso local que la fábrica ocupa, y que aumentado
constantemente por consecuencia de sus necesidades, da trabajo muy de ordinario
a infinidad de operarios del ramo de albañilería, carpintería y demás
indispensables para la construcción de grandes fincas destinadas a industrias
de la magnitud de la que se trata.
Existen además, en el centro y ruedos de la
población, así como en el término municipal, más de tres cientos huertos, cuyos
productos abastecen diariamente así a este vecindario como el de la vecina Plaza de Gibraltar y a su
importantísimo Puerto, con prodigiosos resultados para los hortelanos, a pesar
de los cuantiosos gastos que la labor de aquellos ocasionan, por virtud de la
infertilidad del suelo, que constituyéndolo únicamente arena, exige su cultivo
para que sea fructífero, inmensa cantidad de abono animal e innumerables
trazos.
Por ello sostiene aquí la agricultura
local, diariamente, más de mil
trabajadores.
Enclavada la población en el Istmo
de Gibraltar, cuenta con los importantes recursos de la pesca procedentes
del Mar Mediterráneo y de la extensa
ensenada que partiendo de la bahía de Algeciras
extiéndese hasta la desembocadura de los ríos Palmones y Guadarranque.
Tales recursos proporciona el sustento a
más de dos mil personas de todos sexos y edades; sostienen varias fábricas de
salazón y diferentes sociedades exportadoras de pescado fresco y en conserva
para distintos puntos de la Península; constituyendo dichas industrias uno de
los más poderosos elementos de la riqueza e industria local.
Cuenta nuestro término con importantes
canteras que sostienen gran número de braceros constantemente, y cuyas piedras,
por su excelente calidad, son muy apreciadas para las construcciones urbanas de
la Plaza de Gibraltar. Por ello
existe dentro de esta población cuatro talleres para labrar dicha piedra, donde
se sostiene un centenar de laboriosos e inteligentes operarios, cada uno de los
cuales representa una numerosa familia.
Como complemento de industria tan
importante, por lo mismo que cuenta con los poderosos recursos que proporcionan
las grandes edificaciones de la inmediata plaza, existen caleras, fábricas de ladrillos, de tejas y diversas
alfarerías, las que además de sostener en crecido número los operarios indispensables
a tales industrias, facilitan recursos sobrados para mantener a su vez a los
muchos industriales y braceros que hállanse dedicados al transporte continuo de
los diversos productos antes indicados.
Otras fábricas
no menos importantes hállanse establecidas en los alrededores de la población,
que contribuyen a su vida material, por el crecido número de operarios que
sostienen. Son éstas las destinadas a la elaboración de aguardientes y otras
bebidas espirituosas, obtenidas por destilación del alcohol de procedencia
nacional. De dichas fábricas existen tres, montadas con todos los adelantos
modernos.
Otras tres
fábricas se destinan a la elaboración de gaseosas. Una a la de cerveza.
Otra a la de pastas alimenticias. Dos a la conservación de tripas destinadas a
la exportación para diversos países. Y una para el curtido de pieles.
Existen también cuatro establecimientos de
tejidos, que se abastecen de las fábricas nacionales, y más de dos cientos
establecimientos de diferentes clases, cuyo personal vive exclusivamente de la
industria legal que cada uno viene ejerciendo.
Además existen otros importantísimos
recursos que proporcionan a la población cuantiosos productos y que vienen a
coadyuvar a su desahogado sostenimiento y a su indiscutible prosperidad.
La Plaza
de Gibraltar, por sus condiciones militares carece de habitaciones
suficientes para proporcionar albergue al infinito número de operarios allí
siempre indispensable para que sus no interrumpidas construcciones y para el
inmenso comercio que sostiene, así en su localidad como en su Puerto, cuya
importancia para nadie es desconocida, como tampoco el exorbitante número de
braceros que necesita y sostiene. Pues bien, la inmensa mayoría de esa población
obrera que diariamente sostiene Gibraltar,
es de los vecinos de La Línea, lo
que proporciona a la misma, por tan honrosos medios, un ingreso semanal de más
de 100.000 pesetas.
Estos datos son de facilísima comprobación,
porque facilísima comprobación es la certeza de que diariamente van a trabajar
a Gibraltar unos cinco mil obreros de esta población, de
todos sexos y edades, que marchan a dicha Plaza durante las dos primeras horas
del día, para regresar al anochecer, excepción de los sábados, día en que
cobran sus jornales a las tres de la tarde, dando por terminadas sus cotidianas
tareas.
Aparte de dichos obreros hay que contar los
ochocientos que hállanse dedicados a los trabajos del Puerto y que tienen
ocupación constante en la carga y descarga de los carbones; cuyos jornales
ascienden a sumas importantes y sirven para el mantenimiento de numerosas
familias.
Pueblo que cuenta con recursos propios como
los anteriormente enumerados, que son bastantes para su vida y desarrollo
material, no es extraño que se muestre pesaroso y ofendido al pretenderse
considerarlo como una población de dudosa moralidad y decoro, cuando
precisamente por estar habituado al trabajo digno y honrado, encontrarlo
abundante y tener cubierta sus necesidades, resulta el trabajador de este noble
pueblo alejado de las perniciosas corrientes anarquistas y no inflado su ánimo
por ninguna destructora doctrina.
Este Ayuntamiento se atreve a rogar a V.E.
y al Gobierno de S.M. se dignen fijar su atención sobre los beneficios que a la
sociedad en general reporta contar con un núcleo numeroso de españoles dedicado
al continuo trabajo, y los perjuicios que habrían de irrogarse si, por medidas
acaso no bien meditadas, se condenara a aquellos a la ruina, al hambre, y como
necesaria consecuencia de tales desastres a la desesperación.
Y que tal ruina puede proporcionarse es de
indiscutible resultado si desgraciadamente continuaran en practica las medidas
que se han implantado aquí desde el día primero del mes corriente, sin duda
alguna por error manifiesto en la aplicación del Real Decreto de referencia.
Ni este Ayuntamiento, ni el vecindario de La Línea de la Concepción, levantarán
jamás su voz para tratar de debilitar y menos para que desaparezcan las medidas
fiscales que el Gobierno de S.M. crea prudente implantar para la mejor garantía
de los intereses del Tesoro. El pueblo de La
Línea verá siempre con agrado la adopción de toda medida que tienda a
asegurar su vida normal, su crédito y la honradez que posee, demostrada por las
virtudes cívicas de que diariamente da evidentes pruebas.
Pero ni el Ayuntamiento ni el vecindario ha
de sufrir pacientemente, no habiendo para ello verdadero motivo justificado,
que se considere al pueblo como de índole distinta a la que es, ni que por
castigar a los que puedan ser defraudadores, que de haberlos habrá de ser en
numero reducidísimo, se empleen medidas de inusitado rigorismo contra los
hombres honrados, que son en su inmensa mayoría los que constituyen este
vecindario.
La importancia de esta localidad ha hecho
que se desarrolle en la misma el comercio, el que además de tener en ella
medios de vida con el abastecimiento público y el de los pequeños
establecimientos, proporciónale rendimientos considerables sus transacciones con
los pueblos cercanos, que son muchos y que por hallarse faltos de toda clase de
vías de comunicación tienen forzosamente
que convertir a La Línea en el
centro de sus contrataciones.
Esto al redundar en beneficio del comercio
local, favorece en mucho los intereses generales del pueblo; pues como la
conducción de los géneros es forzoso hacerlo a lomos, la arrería da productos a
las posadas y los conductores de aquellas realizan gastos personales
indispensables de los que disfrutan todos los industriales.
Compruébese, si se cree de necesidad, la
situación topográfica de San Roque,
Estepona, Marbella, Casares, Manilva y otros de la misma comarca, y se
adquirirá el convencimiento de que no puede ser causa de extrañeza alguna el
que la Línea sea el mercado de esos núcleos de consumo; y al adquirirse tan
racional convencimiento, se comprenderá fácilmente la justificación del
movimiento progresivo comercial de este pueblo y la necesidad de ser protegido
por el gobierno Supremo en vez de condenarle a su total ruina, tan contraria al
derecho de gente, con la perdida inmediata e instantánea de todos los
sacrificios realizados durante muchos años y de cuantos intereses se han
empleado en la construcción y sostenimiento de las empresas existentes al
amparo de la Constitución del Estado y de las demás leyes complementarias que
nos rigen.
Cerrada
la habilitación de esta Aduana y no permitiéndose expedir guías a este
comercio para dirigir a otras poblaciones sus mercancías legítimamente
adquiridas, se priva a este pueblo de sus derechos constitucionales, al
comercio de toda acción y se le impone una ruina tan contraria al derecho de
gentes y al que la propiedad merece, que pugna contra el buen sentido y contra
la bondad y la rectitud en que es lógico se inspiren siempre las disposiciones
del Gobierno de S.M.
El comercio de La Línea no puede ser nunca responsable de los abusos que hayan
podido cometer personas extrañas al mismo, ni tampoco del fraccionamiento de
especies destinadas a la importación, practicado por personas dedicadas a hacer
diariamente repetidos viajes a Gibraltar.
La Alcaldía
de La Línea, a cuyo frente se halla persona dignísima, que no puede servir
de blanco a sospechas algunas de poder tener intereses de ningún género en que
el fraude se ampare por ninguna clase de consideraciones, porque vive
independientemente, de su carrera científica y apartado de todo negocio
mercantil, ha llamado más de una vez la atención, de quien podía llamarla, lo
mismo que la prensa local, sobre los orígenes de ese fraccionamiento de
especies destinadas a la importación, y acerca del aumento del personal
dedicado a dar constantes viajes a la inmediata plaza inglesa.
También ha dicho la Alcaldía la causa de
los disturbios provocados; pero ni su voz ha sido atendida, cual debió de serlo
en los asuntos de referencia, ni la prensa se ha hecho cargo alguno, y menos
caso, por muy justas y atendibles que hayan sido sus insinuaciones.
Ya que el Alcalde de una población,
siquiera no sea tan importante como es La
Línea, sea el responsable de la conservación del orden público y le obligue
a mantenerlo, parece natural, justo y procedente que sus observaciones merezcan
ser escuchadas, y mucho más tratándose de asuntos tan relacionados con el interés
público y tan íntimamente ligados con el bienestar y porvenir del pueblo a cuyo
frente se encuentra.
En La
Línea la dirección de su comercio, bajo todas sus fases, ha estado siempre
sometida a los que han tenido confiada por el Gobierno la acción del fisco de
esta Aduana.
A V.E. consta que esta población no puede
realizar alijos fraudulentos por sus playas, porque no es posible que nadie
piense en burlar, por ser absolutamente imposible, la vigilancia extremada que
aquí se ejerce por la numerosísima fuerza destinada a tal servicio, y por esta
Aduana es tan imposible el fraude que ni aun concebir su comisión puede
admitirse.
Dada la exactitud de lo expuesto
anteriormente y aun admitiendo la hipótesis de la existencia del fraude, merece
asunto tan delicado se fije en él la atención de los altos Centros para
investigar las verdaderas causas que lo motiven y den lugar para que su
práctica pueda considerarse como medio de vida de millares de personas; pues ni
el pueblo de La Línea ni en su
Aduana, nunca, hasta los últimos tiempos, diéronse motivos para disturbios de
clase alguna, ni para que aumentase de modo escandaloso el número de individuos
destinados a la importación de especies en pequeñas porciones, abuso que sin la
necesidad del Real Decreto de referencia, desapareció hace tiempo, y tan pronto
como a ello se pusieron los llamados a evitarlo.
Este Ayuntamiento ha visto con verdadero
pesar como se han practicado errores y abusos que con solo escuchar la
autorizada voz de la Alcaldía habríanse podido evitar. Aquí se ha visto con
asombro instruir expedientes cuyos resultados en vez de ser enojosos para los
que pudieran haber delinquido, no han servido para ninguna clase de
satisfacción pública; y en cambio han servido de pretexto para dudar de la
moralidad del pueblo, cuando éste habría podido prestar grandes servicios a los
intereses del Estado si se hubiera querido escucharle.
Aquí se han visto y se han presenciado con
verdadero estupor por el pueblo, las graves diferencias y serios disgustos
ocurridos en distintas ocasiones, entre los mismos empleados periciales de esta
Aduana; se han escuchado sus mutuas denuncias en público, y cuando se creía más
inevitable el próximo término de tan doloroso espectáculo, veíanse a unos
ascendidos y a otros trasladados; pero en cambio se sabia que elevados ánimos
habíanse logrado inocular de impresiones contrarias al pueblo, resultando éste
en todo caso condenado al sacrificio y a apurar hasta lo inconcebible su calma
y su prudencia, que otros tan fecundamente han explotado.
El pueblo de La Línea y su comercio han vivido siempre dentro de la legalidad, y
esto fácilmente se comprueba, así como la importancia del movimiento mercantil
de la localidad con los datos que seguidamente se detallan relativos a la
recaudación verificada por esta Aduana durante el último quinquenio, superior
siempre a todas las de de este Campo y muy especialmente a la de Algeciras, a cuya ciudad se concede
ahora un monopolio exclusivo con lesión gravísima para los intereses de todos
los pueblos de esta comarca.
Recaudó esta Aduana durante el ejercicio
económico de 1889-90 la cantidad de
pesetas……………………………………………………………….210.773’68
Idem durante el de 1890-91……………………………………..235.520’27
Iden durante el de 1891-92……………………………………...152.748’76
Idem durante el de 1892-93……………………………………..457.194’89
Idem durante el de 1893-94……………………………………..437.196’29
En el actual, hasta el 30 de octubre
anterior………………………… 88.434’51
Pueblos que tales rendimientos proporcionan
al Tesoro no merecen ser tratados desconsideradamente, a juicio de esta Corporación Municipal, y menos cuando
ese movimiento mercantil que acusan los anteriores datos, hallase íntimamente
ligado a la vida material del pueblo y a su progresivo aumento de riqueza, lo
que permite al Tesoro obtener de estos contribuyentes otros rendimientos, entre
los cuales están:
La contribución sobre la propiedad urbana,
consistente en 1.111 fincas, que
importa……………………………………………………………65.639’15
pesetas
La contribución sobre la riqueza rústica y
pecuaria, e importante en…………………………………………………………………..2.669’81 pesetas
La contribución industrial que asciende
a………………………..26.869’60 pesetas
La de cédulas personales ascendente
a…………………………….5.440’50 pesetas
Y su cupo por
consumos, que por estar comprendido este pueblo en las disposiciones de la
regla 3ª del art. 10 de la ley de 7 de julio de 1888 asciende a….72.775’50 pesetas.
Por lo expuesto y confiada esta Corporación Municipal en los rectos y
elevados sentimientos de justicia de que V.E. se halla poseído, así como el
gobierno de S.M. , y con protesta de estar dispuesto este Ayuntamiento a
prestar todo el apoyo que de él pudiera demandarse en obsequio de los sagrados
intereses de la Hacienda nacional, a V.E.
SUPLICA
se digne aconsejar a la Corona que poniendo en práctica sus inagotables rasgos
de caridad y nobilísimos sentimientos, tenga a bien modificar las
prescripciones del Real Decreto de 23 de octubre anterior, solo y
exclusivamente en la parte relativa a la habilitación de esta Aduana, para que
el comercio pueda realizar sus importaciones y verificar sus expediciones a
otros puntos, en igualdad de condiciones a lo que se permite hacer a los demás
pueblos de España, sin obligarle a someterse al monopolio del Comercio de
Algeciras, ni al aumento de gastos que por razón del de los arrastres, grava a
las especies hasta un grado que impide toda transacción y el ejercicio de toda
industria.
Con tal modificación , lejos de
perjudicarse, se beneficiarán los intereses del Tesoro y este pueblo podrá
seguir viviendo de sus propios recursos y por los medios legales que no deben
ser negados a las poblaciones cultas y que saben acatar y respetar los preceptos
de nuestra legislación.
Con tan justa medida se conseguirá, además,
evitar la ruina y el hambre a que hoy se ve condenado este pueblo, como lo
comprueban los hechos que vienen ocurriendo desde el día primero del actual.
Se
ha negado la introducción de los carbones destinados a la fábrica de
corchos de los señores Larios, provocándose la paralización de los trabajos
hasta que se organicen los nuevos medios para dicho abastecimiento, lo que produciría
un verdadero conflicto entre los numerosos operarios sostenidos por aquella
industria.
Por igual causa se han visto ya obligados a
paralizar sus trabajos los talleres de herrería, encontrándose sin ocupación y
sin medios de subsistencia unos cincuenta obreros del indicado arte.
Los auxiliares y servidores del comercio, los
ocupados en el acarreo de géneros para diversos puntos, y para cuyo servicio
existen aquí dos empresas de transportes, han quedado igualmente sin trabajo, y
empiezan los síntomas de la miseria pública, amenazadores de la más espantosa
calamidad, que el Ayuntamiento se halla imposibilitado de remediar porque
carece de los recursos necesarios para atender al crecido número de socorros
que aquella demandaría.
A los trabajadores
que por las tardes regresan de Gibraltar
se les obliga a desprenderse del sobrante de la comida del día, consistente en
algunos pedazos de pan, algún resto de carne cocida u otras menudencias
análogas, y que a pesar de su insignificancia constituyen un poderoso auxilio
para el sustento de la prole del jornalero.
Y para que el espectáculo sea aún más
edificante, cuando esos braceros regresan a esta Villa con el producto metálico de sus jornales, se les prohíbe
la entrada del dinero, que siempre es español, y se provocan escenas impropias
de un país tan hidalgo como lo es el de España, comprometiéndose con ello hasta
el orden público.
Forman parte de ese núcleo de trabajadores
muchas mujeres destinadas en Gibraltar
el servicio domestico, a la costura, lavado, planchado y otras ocupaciones
análogas, que al regresar a sus hogares, traen lo que se han privado de comer
en casa de sus amos para compartirlo a la noche con sus hijos, y tales viandas
que no son especies destinadas al deudo, ni al consumo público, ni útiles para
ninguna clase de negociación, y que tampoco pueden ser aplicadas mas que al sustento de la gran masa de individuos que
existen en todas las poblaciones de alguna importancia viviendo del auxilio de
la caridad, se les obliga a que se las coman en el camino o que las arrojen al
mismo, cuyos actos producen escenas desgarradoras, que solo pueden ser
presenciadas por corazones empedernidos y que jamás hayan sentido emoción
alguna por ninguna clase de humano sentimiento.
Existen también otros trabajadores de
distintos oficios y de uno y otro sexo, dedicados aquí a la confección de artículos
destinados a la venta en los establecimientos de Gibraltar, de donde ha existido siempre la costumbre de traer
cortadas las piezas, ya de vestir o de calzar, con la natural intervención de
esta Aduana, siendo después de confeccionadas reexportadas y cuyos productos de
fabricación quedan en la localidad; así como con igual intervención, se ha
llevado a aquella plaza para su venta otros artículos aquí confeccionados por
estos industriales, y el sobrante se ha permitido reimportarlo.
Pero ahora se impide en absoluto una y otra
operación, quedando en la mayor indigencia numerosas familias.
El estierco destinado al abono de los
huertos de que antes se hace referencia, que se obtiene en Gibraltar y que sin él no es posible el cultivo de aquellos, ni menos
obtener los recursos ya enumerados, impídase también en absoluto su
importación, cuando el pueblo está a ella acostumbrado desde época inmemorial,
y tal prohibición equivale a la ruina de numerosas familias y a la pérdida de
grandes intereses.
Es
seguro que no puede haber sido el ánimo de V.E., dada su generosidad y
sentimientos caritativos, producir tan funestos males a tantos hijos de la
patria, al aconsejar a S.M. la Reina
Regente la sanción del Real Decreto de que se trata, pero su aplicación, o
los enormes errores de interpretación que pueden cometerse, dan clara idea de
lo rudas que resultan determinadas medidas, por lo que la necesidad aconseja
una urgente reforma.
Y como al objeto que se persigue es solo
exclusivamente evitar todo abuso y todo fraude, en lo cual hay unánime conformidad,
este Ayuntamiento es el primero que se ofrece para ello a V.E., como también le
garantiza que por mucha que pudiera ser la importancia de la habilitación que a
esta Aduana se devuelva, no consentirá nunca que se reproduzca el hecho de que
se importen las especies fraccionadas en pequeñas cantidades por multitud de
individuos; pues la experiencia le ha enseñado lo que debe hacer para ser
escuchado allí donde puedan impedirse tales abusos, que redundan en menoscabo
del crédito y buen nombre de esta población.
El Ayuntamiento, al tener el honor de
recurrir a V.E., guíale únicamente el propósito de no dejar abandonados los altísimos
intereses locales cuya dirección encomiéndale la ley, procurando evitar días de
llantos y miserias a este vecindario y un porvenir de ruinas y desastres a
cuantos han contribuido a su desarrollo y
fomento, fiados de la virtualidad de las leyes y en el amparo y
protección del Gobierno de S.M., cuyos nobilísimos sentimientos y sublime
caridad no han de permitir que un pueblo enclavado en el territorio español sea
excluido de los derechos de que gozan todos los demás de España.
Habilitada esta Aduana para las
importaciones del comercio local, con las trabas y fiscalizaciones que se
juzguen prudentes para evitar hasta la sospecha de todo fraude, y permita, como
lo exige la equidad y la justicia, la reexpedición de los géneros para otras
poblaciones con todos los medios de fiscalización que se estimen conducentes,
los intereses del Tesoro no habrán de sufrir menoscabo alguno y tampoco los de
este pueblo, el cual podrá continuar en natural progreso y prestando a la
Patria los servicios que la misma le demande; pues los actos de caridad que con
el obrero digno y honrado deben ejercerse, cuando en ello no va envuelto perjuicio
alguno para el interés público queda a cargo de la benignidad del Gobierno de
S.M. que dado su interés por favorecer a la clase jornalera, no es dudoso
acordará hacer comprender a los funcionarios encargados del cumplimiento de
ciertas disposiciones que estas nunca llevan envueltas el mandato de ejercer
actos de crueldad ni de extremada inhumanidad.
Es gracia que este Ayuntamiento no duda
alcanzar del recto y humanitario proceder de V.E. cuya vida Dios guarde muchos
años.
La Línea de la Concepción 7 de
Noviembre de 1894.
EXCMO. SEÑOR.
El Alcalde presidente del
Ayuntamiento,
AGUSTIN ACEDO DEL OLMO
Tenientes de
Alcalde,
MANUEL LORENZO JOSE
PEREZ
SALVADOR RUIZ
CIPRIANO DOVARGANES
Concejales,
ANTONIO NIEBLA GARCIA JOSE CRUZ
MANUEL MATERA SALVO MANUEL DE CASA
PEDRO RUIZ OJEDA JOSE DIAZ
ABELARDO VIZOSA DOMINGO
MATIAS
Por acuerdo de
la Corporación
El Secretario,
MANUEL J. BONELO.