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jueves, 7 de febrero de 2013

Incendio de la Fábrica de Corchos, 13 de febrero de 1894


Capítulo 26


13 de febrero de 1894. “Diario de La Línea”

LA FÁBRICA DE CORCHOS

La catástrofe de hoy.

¡Fuego en la Fábrica! Esta voz de alarma cundió por toda la población con la rapidez del rayo, a las dos de la tarde de hoy.

    Toda la población púsose inmediatamente en movimiento hacia la playa del ESPIGON, punto principal de entrada a la Fábrica.

    ¡Qué cuadro más desconsolador se presentaba a la vista de los espectadores! Ayes de dolor profundo lanzados por los deudos de las víctimas. Estas empezaban a ser trasladadas por sus propios compañeros fuera de la fábrica, en busca de socorro y de los auxilios de la ciencia. El aspecto de aquellas era verdaderamente aterrador.

  Síncopes por todos lados entre las operarias de la Fábrica, que atropelladamente y espantadas huían del lugar de la catástrofe.

  Llamas en la parte sur del edificio, en las naves de ese lugar, y un temor horrible en todos los ánimos, por la inmensa y general amenaza que pesaba en aquellos momentos sobre todos los intereses acumulados en el importantísimo y populoso barrio de San Felipe.

  Este era el cuadro que el siniestro presentaba a los pocos momentos de producida la catástrofe.

    El Sr. Alcalde, Juez Municipal, Secretario del Ayuntamiento, fuerzas de la Guardia Civil, Municipal, de Orden Público, Militar, Carabineros y Agentes de la Compañía Arrendataria de Tabacos, acudieron instantáneamente a la Fábrica a prestar los necesarios auxilios; adoptando las autoridades civil y judicial las disposiciones oportunas, conforme eran posibles con la gravedad de las circunstancias. La potente fuerza del voraz elemento aumentaba con la inmensa cantidad de combustible allí aglomerado y la escasez de recursos con que desgraciadamente aquí se cuenta, ¡pues se carece hasta de agua! para contrarrestar un incendio de tan gigantescas proporciones como el de hoy.

  Hace más de cuatro años, en el mes de junio de 1889, que la misma Fábrica fue reducida a cenizas por otro incendio terrible, pero no hubo víctimas como en el de hoy.



COMO SE INICIO

    Las versiones sobre este punto son distintas, como sucede siempre en estos casos; pero lo más verosímil, la que se considera más próxima a la realidad, sin que por ello nosotros podamos por ella responder, es la siguiente:

  El depósito de polvo de corcho parece que se inflamó; observado esto por los operarios, se dio la voz de alarma y se precipitaron a seguida sobre la puerta del depósito de referencia, con algunas mangas de incendio ya en funciones, don Juan Conte, gerente de la Fábrica y varios operarios. A los primeros golpes de agua el depósito explotó, arrollando las llamas a cuantos encontró más próximo y causando en los mismos horribles y graves quemaduras, propagándose el incendio a uno de los inmensos talleres de máquinas y depósito de tapones, que a las cuatro de la tarde eran consumidos por inmensas llamas, amenazando el fuego a todos los edificios colindantes; tanto, que el destrozo causado en los mismos para quitar mayores elementos de destrucción al voraz elemento ha sido de inmensa consideración.

    El terror que las víctimas produjeron entre los mil operarios de ambos sexos y de todas edades, que aproximadamente trabajaban en la Fábrica fue indescriptible, aumentado y reproducido después en la calle entre las familias de dichos operarios que desoladas acudían para saber la suerte que había cabido a cada uno de sus deudos.

DISPOSICIONES

    El Sr. Conte fue inmediatamente conducido a sus habitaciones de la propia Fábrica, las que, gracias al viento de poniente que reinaba, no estaban de momento amenazadas de riesgo alguno.

  El maestro mecánico Don Antonio Peláez, que es uno de los más graves, también fue conducido a uno de los locales próximo a las habitaciones del Sr. Conte.

  El Sr. Alcalde tuvo la precaución de ir acompañado de los médicos señores Quiñones y Rovira, uniéndoseles después el señor Jiménez, los cuales prestaron a los heridos, antes expresados, los primeros auxilios.

  A los demás médicos municipales se les indicó la necesidad de que se constituyeran en el hospital, rogándose hicieran lo mismo a todos los demás médicos a quienes se encontró al paso; a la vez que a los que conducían a los heridos y que salían de la Fábrica sin saber qué hacer, se les advertía que condujesen a aquellos al Hospital, lo que efectuaron con toda celeridad que el estado de las víctimas reclamaba.

  Otra de las medidas adoptadas por la autoridad fue mandar a despejar la Fábrica del inmenso público que en ella se había aglomerado, para evitar nuevas desgracias y para que pudieran trabajar holgadamente los operarios dedicados a la extinción del incendio e impedir que éste se propagara a las inmensas pilas de corcho acumuladas en el patio.

    Como las fincas colindantes estaban amenazadas por el voraz elemento, y son en gran número, conteniendo multitud de vecinos en su mayoría pobres, y muchos establecimientos públicos, fue preciso empezar a desalojar las habitaciones y a depositar en medio de la vía pública todo el menaje contenido en aquellos locales, produciéndose el destrozo consiguiente al tropel con que tales operaciones se tenían que realizar.

    Para evitar todo desorden y todo hecho vandálico, que aún tratándose de tan tristes circunstancias son fáciles de ocurrir en casos semejantes, el Sr. Alcalde dispuso que la fuerza del Regimiento de la Reina que acudió desde los primeros momentos, así como la Autoridad militar, formase un cordón que retirase al público de aquellas proximidades, como así se efectuó, con lo que se evitaron múltiples conflictos, reinando en aquellos lugares de tristeza y desolación el mayor orden.
    La mayoría de los edificios colindantes con la Fábrica son de pertenencia de los señores Larios.

    Entre las propiedades ajenas a dichos señores, que más daño han sufrido, se encuentra la del señor Grandy, que se hallaban bajo el fuego del almacén de tapones cuyas llamas se comunicaban por dos ventanas a la casa-horno del expresado individuo, y sobre la cual caían los corchos incendiados, por cuya razón hubo que desalojarla, causándole forzosamente con tal motivo grandes destrozos en la misma.

EN EL HOSPITAL

    Triste era en verdad el espectáculo que se presentaba en este benéfico Establecimiento.

    Diez individuos yacían postrados en cama, la mayor parte de ellos con todas las partes del cuerpo achicharradas.

    Ayes, lamentos, olor nauseabundo de carne quemada; recuerdo y llamamiento de la madre, del hermano, del hijo… todo contribuía a aumentar la angustia de que el ánimo se mostró poseído, cual si pesara sobre él inmensa loza de plomo.

    Allí hallábanse dedicados con verdadero celo y humana caridad a  la curación de las víctimas los médicos señores don Manuel  Quiñones, don Federico Bonelo, don Francisco Escobar, don Enrique Rovira y don Francisco Martínez.

    También prestaron valiosos servicios curativos los señores farmacéuticos don Juan Fariñas y el auxiliar de Sanidad don Francisco Mejías.

    En la puerta del Establecimiento, que permanecía cerrada, se sentían los angustiosos ayes de individuos pertenecientes a las familias de las víctimas, a quienes no se les permitía la entrada, por temor a que dificultaran las operaciones curativas más importantes en aquellos momentos con las expansiones propias de un dolor sincero.

LOS HERIDOS

    El número de estos asciende a doce. Todos tienen quemaduras de primero o cuarto grado en la cara, pecho, manos, brazos y piernas.

    Están considerados graves: Don Juan A. Conte; Antonio Díaz Cantero; José Pérez Lucena; Ignacio Miramontes, Juan Tejero, Pedro López, Antonio Torres, José Sanz Gracia y el niño Ángel García.

    Son considerados gravísimo: Antonio Peláez, Antonio Tello y Manuel Romero.

    A excepción hecha del Sr. Conte y de Peláez y Sanz que se encuentran en sus casas a ruego de las familias, todos los demás están en el Hospital perfectamente asistidos, habiendo sido visitados esta tarde por el señor Alcalde cuya autoridad ordenó se les tratara con el mayor esmero al par que les prodigó palabras de consuelo.

    También dispuso el aumento de un practicante que nombró en el acto, para que ayude a la curación de los heridos con la eficacia que es necesaria.

FIN DEL INCENDIO

    A las seis de la tarde logrose sofocar el incendio y poco después dominose por completo, gracias a una potente manga dirigida con gran acierto, que se utilizó a ultima hora, renaciendo con ello la tranquilidad en los espíritus, bastante necesitados de ella, muy especialmente en el vecindario del barrio de San Felipe.

OTRAS AUTORIDADES

    El Sr. Juez de Instrucción de San Roque, en el acto que recibió el telegrama del juez Municipal de esta Villa, comunicándole el triste suceso, se dirigió a esta población, en la que se encuentra desde mucho antes del anochecer.

    Los tenientes de Alcalde don Salvador Ruiz y don Cipriano Dovarganes que acudieron al lugar del siniestro desde los primeros momentos, esforzáronse en prestar toda clase de auxilios y en adoptar cuantas disposiciones aconsejaban las circunstancias.

    También vimos entre las autoridades a los concejales señores Toledano y Natera.


CONSIDERACIONES

    Después de ocurrido el incendio del año 89 en la Fábrica de Corchos y de que antes hacemos mención, los señores Larios establecieron en el indicado edificio una potente bomba movida a vapor, con mangueras y todo el material que, según se aseguraba, habían creído más que suficiente para dominar cualquier incendio que se produjese en la Fábrica.

    Pozos, bocas para las mangas que habían de expeler el agua, cubos y hasta el personal de los mismos operarios destinados a formar la sección de bomberos, todo decíase o se afirmaba estar previsto, y esta era la creencia general en la localidad; pero hoy la decepción ha sido inmensa entre todos al ver las deficiencias que en tan importantísimo servicio se notó en la Fábrica, así en los primeros momentos como en los últimos;  decepción tanto mayor cuanto que es el segundo siniestro de igual índole que en aquel inmenso local se produce, en el que tantas vidas están pendientes de la más pequeña imprevisión y donde tan cuantiosos intereses, como son los que contiene el inmenso barrio de San Felipe, se ven gravísimamente amenazados y sufren graves e irreparables perjuicios cada vez que en la Fábrica de Corchos se produce un incendio.

    La vida de unos mil operarios y los intereses de una gran parte de esta población merecen no ser descuidados y la desgracia ya repetida debe hacer comprender que es preciso pensar en exigir que la Fábrica permanezca constantemente en condiciones de que las vidas y haciendas por ella amenazadas están en todo caso y por toda clase de motivos completamente garantizadas.

    Pensamos ocuparnos detenidamente de este importantísimo asunto por humanistas  y por deber; pero para hacerlo con la extensión que el mismo reclama  preciso nos es verificarlo en nuestros próximos números, pues hoy, que hasta el anochecer hemos permanecido en el lugar del siniestro y al lado de las víctimas, apenas tenemos tiempo para poder dar cuenta a vuela pluma del triste suceso que dejamos ligeramente relatado para conocimiento de nuestros abonados, sin perjuicio de ocuparnos mañana con más extensión del mismo, así como de ampliar o rectificar las noticias publicadas, según lo que proceda.

    A última hora y cuando el incendio estaba ya dominado, llegó de Gibraltar algún material de incendios, consistente en dos bombas y solamente cuatro individuos del cuerpo de bomberos, pues los aparatos eran servidos por soldados de la guarnición de la indicada plaza, al mando de dos oficiales que no sabemos quién autorizó su venida con tal carácter militar.

    En vista de lo innecesario de sus auxilios, regresaron a Gibraltar a los pocos momentos, retirándose acto seguido también, al cuartel, la fuerza de Infantería de esta guarnición que tan valiosos auxilios prestó durante toda la tarde.

    Dios y la Ciencia dan alivio a los heridos. Las perdidas materiales sufridas son muchas y de consideración. La Fábrica está asegurada por una fuerte suma.


Día 14 de febrero de 1894.

MÁS DETALLES DEL SINIESTRO

    En la mañana de hoy hemos visitado la Fábrica de Corchos incendiada ayer.

    Todos los talleres están parados, verificándose la limpieza de los mismos por algunos operarios. Otros dedícanse a desalojar el depósito del polvo de corcho que ayer motivó la catástrofe de que ya tienen conocimiento nuestros lectores.

    En la puerta de la Fábrica agloméranse muchos operarios de ambos sexos a los cuales se les impide la entrada, por no haber trabajo.

    Los talleres altos donde funcionan las máquinas-discos, de las que poseen  los Sres Larios diploma especial, como inventores de ellas son los que más han sufrido.

    El taller  de dichas máquinas que está encima del depósito donde ocurrió la explosión, ha sufrido mucho deterioro en sus muros y grandes desperfectos en la techumbre que es de hierro y zinc, como todas las demás de la Fábrica.

    Las máquinas existentes en el mismo que consiste en una gran hilera de ellas, para mujeres, colocadas en la nave derecha, han sufrido diferentes desperfectos y la pérdida total del correaje y de los aparatos para el alumbrado eléctrico.

    Las colocadas en la nave izquierda de dicho taller y en las que trabajan niños de diez a quince años, fueron destruidas por el incendio totalmente.

    A continuación de dicho taller y como complemento del mismo, existía otro salón para depósito de “cuadrados” en el cual se habían instalado diferentes máquinas nuevas.

    Este local ha sido totalmente destruido por el incendio. El techo hundiose ayer durante la catástrofe; sus muros están todos agrietados y amenazando desplomarse de momento, lo que se teme ocurra cuando se acabe de separar la techumbre, operación a que están hoy dedicados gran número de operarios.

    Para evitar dicho derrumbamiento se están llevando a cabo los apuntalamientos necesarios tanto interior como exteriormente.

    En el gran salón de máquina-discos para mujeres que está en comunicación con el primero de los antes descritos y que está sobre el molino del serrín, ha perdido todo el correaje y sufrido bastantes desperfectos la maquinaria con destrucción también de los aparatos para el alumbrado eléctrico.

    Todos estos locales se están limpiando y colocando en condiciones para poder apreciar el verdadero estado en que se encuentran y daños sufridos, cosa que a primera vista es muy difícil de apreciar.

    El depósito del polvo de corcho que contiene una inmensa cantidad del mismo, se está desalojando por otra cuadrilla de operarios y cuyo polvo se extiende sobre sacos en el gran patio principal de la Fábrica con el fin de secarlo.


EL COMANDANTE GENERAL

    Cuando estábamos terminando la visita de inspección a la Fábrica llegó a ella, serían aproximadamente las doce el Excmº Sr. Comandante General de Algeciras, acompañado del ilustrado jefe de E. M. Sr. Centaño, del Sr. Alcalde, Comandante Militar, Jefe de la Fuerza de la Compañía Arrendataria de Tabacos y Secretario del Ayuntamiento.

    Dicha Autoridad militar tuvo conocimiento ayer del siniestro por telegrama que le dirigió el Sr. Alcalde y que, sin saber por qué, no recibió hasta después de las ocho y media de la noche, lo que le impidió, con motivo del cierre de la estación telegráfica, comunicar instrucciones a estas autoridades. Pero en el acto dio cuenta detallada al Gobierno.

     Inmediatamente recibió telegrama del Excmº Sr. Ministro de la Gobernación, quien se lamentaba de la inmensa desgracia ocurrida, participándole había dado órdenes al Gobierno de la provincia para que enviara cuantos socorros fueran necesarios y dispusiera todo aquello que las circunstancias exigieran.


    Esta mañana el Comandante General telegrafió al Sr. Alcalde comunicándole su sentimiento por el triste suceso acaecido y por no haber podido efectuar su venida ayer mismo por consecuencia del retraso con que recibió la noticia telegráfica, anunciándole a la vez su venida en la mañana de hoy.
    Serían las once cuando llegó, e inmediatamente se trasladó a la Fábrica acompañado de las personas que anteriormente dejamos indicadas.

    Recorrió todo el local, enterándose minuciosamente de todos los detalles de la catástrofe y de los daños causados.

    Después pasó al Hospital donde visitó uno por uno a todos los heridos, enterándose detenidamente del estado de cada uno de ellos y conversando con aquellos cuyo estado lo permitía, así como con los demás enfermos que existen en aquel Establecimiento.

    Demostró la satisfacción que había experimentado al ver por sí mismo el perfectísimo estado en que el Hospital se encuentra, la limpieza y extremado aseo que se observa hasta en los menores detalles, y el extraordinario esmero con que son atendidos todos los pacientes.

    A la Superiora de las Hermanas a cuyo cargo se halla el Hospital ofreció enviarla mañana desde Algeciras una limosna para el Establecimiento.

    La expresada Superiora participó a las Autoridades que los señores le habían enviado en la mañana de hoy un socorro en metálico de cien pesetas y algodón en rama para la curación de los heridos de ayer, y orden de que reclamara a dichos señores cuanto creyera necesario para aquellos desgraciados.

    Terminada la expresada visita, el Exmº Sr. Comandante General telegrafió al Gobierno dándole cuenta de su resultado, y del estado en que la Fábrica y las víctimas de la catástrofe se encontraban.

    No ha podido fijar el importe a que ascienden los daños materiales causados, por no ser posible aún apreciarlos.

    Créase, sin embargo, que las pérdidas ocasionadas por el corcho inutilizado, ascenderán de treinta a cuarenta mil pesetas y las de los desperfectos en el edificio y maquinaria, podrán llegar a unas cien mil pesetas.

    Sería la una y media de la tarde cuando el Sr. Comandante General abandonó esta población para dirigirse a Algeciras, expresando antes a las Autoridades locales lo satisfecho que quedaba del celo desplegado por las mismas con motivo del triste suceso a que nos referimos.


CADAVERES

    Anoche a las nueve, después de publicado nuestro número de ayer, fue extraído del interior del depósito que motivó la explosión origen de la catástrofe, el cadáver del desgraciado Manuel Tello Padilla segundo operario del molino de serrín de corcho y hermano de Antonio, encargado de dicho molino, que en estado agonizante se encuentra en la mañana de hoy entre los demás heridos, en el Hospital.

    Manuel Tello fue el primero que entró en el depósito explotado, momentos antes de ocurrir la catástrofe, y según parece quedó asfixiado dentro de aquel, pues las quemaduras que presenta no han podido producirle la muerte, según dictamen facultativo.

    Dícese también que pudo ocasionarle la muerte el derrumbamiento de un tabique dentro del depósito, ocurrido al tener lugar la explosión.

    En la madrugada de ayer falleció Manuel Romero y Romero, uno de los heridos de mayor gravedad, que se hallaban en el Hospital, cuyo cadáver fue trasladado de orden facultativa al depósito del cementerio católico.

   De estos desgraciados, Manuel Romero es soltero y no deja familia alguna, pero Manuel Tello es casado y mantenía también a su anciana madre.


ESTADO DE LOS HERIDOS

    Don Juan A. Conte y don Antonio Peláez continúan en igual estado que ayer, sin que se les haya presentado la fiebre que se temía. José Sanz Gracia, que se encuentra en su domicilio, es el que más satisfactoriamente se encuentra. Los ocho restantes continúan graves, especialmente Antonio Tello cuyo estado es desperado así como el de Antonio Torres y el del niño Ángel Gracia que a última hora se ha agravado, y a los cuales, a las cinco de la tarde se las prestaba los auxilios espirituales.


ULTIMAS NOTICIAS

    Con motivo de la agravación de los heridos de que antes hacemos mérito, ha estado esta tarde en el hospital el Sr. Carlos Larios, en representación también de sus hermanos, enterándose del estado de las víctimas y procurando proporcionar cuantos auxilios necesitasen.

    También estuvo de nuevo en dicho Establecimiento el Sr. Alcalde con igual objeto.

    Con motivo de dichas visitas se adoptó el acuerdo, que se realizó inmediatamente, de habilitar para enfermería uno de los espaciosos salones del edificio, que estaba destinado a escuela de niñas, habiéndose suspendido las clases hasta nueva orden.

    A dicho salón han sido trasladados los heridos que no se hallan en inminente peligro, separándolos de los que se hallan agonizantes, para hacer más llevadera la situación de unos y otros.

    Los señores Larios han enviado también al Hospital sábanas y mantas cuya falta se hacia sentir.

    Siempre ha sido patente el inmenso servicio que a la población presta el Hospital de esta Villa, por las miserias y desdichas que constantemente remedia, pero con motivo de la catástrofe de ayer han podido convencerse todos de la gran desgracia que es para una localidad no contar en momentos de horribles angustias con un Establecimiento benéfico como el de que se trata.

    En él encontraron ayer pronto y eficaz auxilio de todo género las desgraciadas víctimas de la catástrofe, que de otra manera hubieran andado esparcidas y dificultado la prestación de los auxilios de la ciencia con la prontitud y esmero que sus delicados estados reclamaban.

    A los que dudar puedan de tales beneficios les aconsejamos visiten en estos días el Hospital, y seguro estamos que habrán de convertirse en sus más ardientes defensores y protectores.

    El hospital, como es sabido, se sostiene de la caridad oficial y particular. Este desgraciadamente viene debilitándose, hasta tal punto, que se encuentra hoy seriamente amenazada la existencia del Establecimiento.

    ¡Una limosna imploramos para el mismo! No dudamos en que habrá almas piadosas que contribuyan con su óbolo al amparo de los desgraciados que allí se albergan, confiados en no ser abandonados por los que disfrutan de dicha y bienestar; pues ninguno debemos olvidar que todos somos hermanos.

DIGNO DE LOA

    Uno de los muchos de nuestros convecinos que más se distinguió ayer en realizar toda clase de trabajos, con exposición de su vida, en la extinción del incendio de la Fábrica de Corchos fue el conocido industrial don Rafael Corona España, quien en los sitios de mayor peligro, sobre los tejados y muros, dirigió y practicó el arroje de agua y demás trabajos encaminados a sofocar la inmensa hoguera que amenazaba incendiar todo el barrio de San Felipe.

    Estos valientes hechos de nuestro convecino son públicos, y por tanto las alabanzas y aplausos son unánimes para el señor Corona, y nosotros nos unimos de todas veras a los que aclaman su extraordinario arrojo, enviándole nuestra enhorabuena, así como a todos los que le ayudaron en su valerosa tarea.

RELACIÓN DE MUERTOS Y HERIDOS