Páginas

viernes, 29 de marzo de 2013

Himno a La Línea por Fermín Requena

Capítulo 59




HIMNO A LA LÍNEA

Primer premio del Certamen Literario celebrado en La Línea el día 4 de enero de 1920.



    ¡Salve, ciudad hermosa y soberana,
Linda ciudad hermana
De otra que, como a ti, la baña el mar!
¡Sal ve fuerte ciudad trabajadora,
Pujante y seductora,
De grandeza ejemplar!
Las olas del latino mar te dicen
Su canción legendaria,
Su vibrante canción;
Y en sus rítmicos sones te bendicen,
Como ardiente plegaria
Que dicta el corazón.
Un cielo azul, sereno,
Deja un beso de amor sobre tu seno
Con castidad de aurora;
Y un sol resplandeciente
Baña tu faz divina y soñadora
Y un rayo de pasión deja en tu frente.
Y así apareces reina y soberana,
Lo mismo al despuntar de la mañana
Que en el véspero hermoso de la tarde,
Cuando blanca y gentil brilla Diana
O cuando Apolo, deslumbrante, arde.

    Como hormigas tus hijos van juntando
el fruto amargo del trabajo duro,
y van estacionando
al lado de un presente insostenible,
la reivindicación de un gran futuro
más humano, más bello y factible.

    Cuando Apolo, asomando por oriente,
Sobre la altiva cumbre reverbera
De la enhiesta pendiente
De Sierra Carbonera,
Tus hijos, tus valientes hijos fuertes, van por la carretera
Camino del Peñón;
Y en la plaza extranjera
El pueblo hispano vierte
Su propio corazón.

Y al declinar la tarde,
Hambrientos, fatigados y cansinos,
Mientras en Punta Europa grácil arde
El faro de resplandeciente luz,
Doblado los caminos
Marcha la gente obrera
Cargada con su cruz.


    Tus hijas, tus hermosas hijas bellas,
Que forman de tu suelo un firmamento
Tachonado de estrellas,
Ágiles y sensibles como el viento
Nos dejan al pasar
La sensación divina del momento
De un eterno gozar.

    La risa rumorosa de fontana
Tienen sus labios rojos,
Y la mirada audaz de mahometana
Sus deslumbrantes ojos;
Sus cuerpos ondulantes y garbosos
Hechos de nácar, de jazmín y grana,
Son, por bellos y hermosos,
Frescos como el abrir de la mañana;
Y sus frentes, de blancura nacarina,
Con un vino de rosa,
Se ocultan el la endrina
Cabellera sedosa,
Formando de bellezas el conjunto
De Murillo o Rubens para un asunto.

    Todo es hermoso en ti, ciudad naciente,
Que mira de uno al otro continente,
Cual lindo pajarillo que en su anhelo
Del cielo va a la tierra y de ésta al cielo.

La juventud, que es fuerza y es pujanza,
Y es saber, y es grandeza,
A la conquista de un poder te lanza,
Llevando entre tus brazos la esperanza,
Y en tus pies la firmeza.

  Con la fe arrollaras el fuerte muro
Que se oponga a tus planes,
Y tus hijos irán como titanes
Para ti conquistando un gran futuro.

    La sabia Providencia,
Que domina el poder y alza la ciencia,
Dejó el destino escrito
En el libro inmortal del infinito.

    Todo te ayuda y todo te acompaña;
Desde el mar que tus pies de diosa baña
Hasta el sol que te  besa,
Forman dulce promesa
De tu inmenso poder dentro de España.

    Y sus hijos, que son modelos hijos,
Con denuedo y tesón luchan prolijos
Buscando para ti renombre y gloria;
En mundana batalla vencerán,
Y a las páginas bellas de la Historia
Contigo pasarán.

    Y cuando nuevos sones
De otras generaciones
Rememoren las glorias del presente,
Los pasados reflejos
De aquellos tiempos viejos
Serán faro de luz resplandeciente;
Y al mágico conjuro
De tu inmenso poder,
La reina habrás de ser
De todas las ciudades del futuro.


    ¡Salve ciudad hermana,
Que apareces divina y soberana,
Lo mismo el despertar de la mañana
Que en el véspero hermoso de la tarde,
Cuando, blanca y gentil, brilla Diana
O cuando Apolo, deslumbrante, arde.


                  FERMIN REQUENA