Capítulo 19
ORIGEN
DE LAS PROCESIONES DE SEMANA SANTA
No dispongo de datos –no los he hallado-
que me indiquen que antes del año 1893 se celebrase en nuestra Villa la Semana
Santa tal como se organizan actualmente, con desfiles de bandas de música,
Hermandades y estandartes, Clero, los correspondientes pasos, Autoridades,
fuerzas de la guarnición militar, de Orden Público y Guardia Civil. Mis datos
me indican que ni siquiera se celebraba fuera de la Iglesia Parroquial sino en su
interior, que todos los actos religiosos tenían un forzoso acento recoleto.
Al tomar posesión de la alcaldía don
Francisco Vázquez Rodríguez, una de sus primeras gestiones, aparte de organizar
el censo municipal con miras a las próximas elecciones y solucionar algunos de
los urgentes problemas del Ayuntamiento, fue convocar a todas las
personalidades de la Villa sin distinción
de clases ni credos políticos, asimismo a los comerciantes, industriales
y vecinos que estuviesen dispuestos a colaborar con la Corporación Municipal en
beneficio de la población tanto en el orden moral, como en el espiritual y
material, dado a que el Ayuntamiento por sí solo bien poca cosa podía hacer,.
Se trataba de realizar algo en que todos participaran, una misión netamente
popular y absolutamente necesaria.
Muchas conjeturas se barajaron y muy pocos
fueron capaces de adivinar cuáles podrían ser los asuntos interesantes que el
señor Alcalde se traía entre manos. Como se de suponer, el asunto despertó gran
expectación. Se prodigó la convocatoria en forma de atento B.L.M. y en notas
publicadas en la prensa local. El vecindario esperaba con cierta ansiedad el
día y la hora de la reunión para conocer los temas en cartera y, si fuese
preciso, no regatear su aportación.
Y como todo llega en este mundo, llegó también
el momento en que la curiosidad de unos y el interés de otros se vieron
satisfechos. El domingo día 5 de febrero, el salón de sesiones de la Casa
Capitular se vio de bote en bote, atestado de vecinos.
Abrió la sesión el señor Alcalde con
un breve discurso e invitó al
Secretario, señor Bonelo, a que informase ampliamente de los motivos de la
reunión y de las materias a deliberar que constaban en el Orden del Día.
EL señor Bonelo, que por esta vez dejó a un
lado la oratoria florida de que hacia gala, expuso llana y claramente los
principales puntos del Orden del Día que , por ser de incumbencia general y de
tal importancia que sobrepasa las posibilidades del Ayuntamiento, éste recaba
la ayuda, la colaboración del vecindario. Tales puntos fueron: necesidad
urgente de continuar las obras de la carretera comenzada en la calle del
Cuartel hasta su terminación en el Cachón de Jimena; buscar un terreno
apropiado para instalar definitivamente y con más lucimiento la Velada, a la
que este año se piensa dar un gran impulso, toda vez que así interesa a la
Villa y porque el nuevo tramo del ferrocarril Algeciras-Bobadilla,
recientemente inaugurado, contribuirá indudablemente a aumentar la concurrencia
de forasteros; organizar las procesiones de Semana Santa, con lo que sin
objeción de ninguna clase, fomentará el espíritu religioso del pueblo.
La reunión duró cerca de dos horas. No hubo
debates, sino aportación de numerosas proporciones, más o menos visibles,
conducentes a los fines programados. Todo el mundo tuvo la oportunidad de
exponer sus opiniones y de planear los medios de conseguir su inmediata
realización.
Una vez sopesadas todas las iniciativas y
proyectos, hizo uso de la palabra el señor Arcipreste de la Villa que, con gran
competencia, canalizó las opiniones de todos condensándola en una sola que puso
a la consideración de los asistentes para que de ninguna forma se rompiese la
unánime aportación del vecindario, ya que la tarea era de todos y para todos sin
excepciones. El primer paso –propuso- sería abrir una suscripción voluntaria
para que cada cual, según sus posibilidades, contribuyese a la materialización
del proyecto y de su mayor lucimiento religioso. Esto en lo tocante a las
procesiones de Semana Santa, ya que los otros puntos del Orden del Día
reclamaban otros estudios y aportaciones de carácter técnicos.
Seguidamente y por aclamación se nombró una
comisión encargada de llevar a buen término lo acordado, que recayó en los
siguientes señores:
Con el alma saturada de esperanza, los
concurrentes abandonaron la Casa Consistorial. Fue aquella una de las pocas
reuniones en la que reinó el buen juicio, sin discrepancias de fondo, sino de
detalles, donde se halló como amigos y como linenses, sin más norte y guía que
el beneficio para la recién nacida Villa.
Varios días más tarde, la comisión se
reunió, esta vez en la casa del Sr. Arcipreste, para plantear los trabajos
preliminares. Para mayor eficacia se nombró una nueva comisión que se encargaría
de iniciar la suscripción popular. Integraron dicha comisión los señores
Arcipreste, Ricardo Ruiz, Manuel Sánchez Chicardo, Juan Bautista Fariñas,
Santiago Sánchez Coda, Enrique Gavira y Enrique Gómez de la Mata.
Por su parte el Arcipreste no perdió el
tiempo, parece que su lema era: “cogido en flagrante, matado en caliente” y no
estaba dispuesto a dejar escapar la oportunidad ni andarse por las ramas.
Reclamó por correo el catalogo de imágenes sagradas, elegirlas según su
exquisito gusto y ya el 20 de febrero pudo disponer de los modelos de las
imágenes seleccionadas, incluso de la Sagrada Urna que resultó una notable obra
artística, elegante y magnifica que llamaría poderosamente la atención.
La suscripción desde el principio marcho
viento en popa. Las cantidades crecían y todo el mundo aportó su óbolo con
cariño y voluntad.
El 18 de marzo, procedentes de Valencia, se
recibieron las sagradas imágenes de Jesús, de la Virgen y de San Juan Bautista,
que, a juzgar de los entendidos resultaron verdaderas joyas artísticas que
ponían muy alto la competencia y el estilo de los artistas valencianos. También
se recibieron las andas y los faroles correspondientes.
Pero no todo iba resultar tan perfecto y tan a punto, algo habría de
fallar. Un simple trámite burocrático hizo que encallara en los polvorientos
almacenes de la Estación de San Roque la Sagrada Urna.
Y, ni corto ni perezoso, el buen Arcipreste
se remangó la sotana y le faltó tiempo para plantarse ante las narices del
encargado de despachar la expedición, el cual tuvo, aunque a regañadientes que
dar salida a la Urna.
Y días más tarde, muy pocos porque la
Semana Santa se echaba encima apareció en la prensa local el siguiente
comunicado:
“SEMANA SANTA EN LA
LINEA”
Con el auxilio de este vecindario y de
otras personas piadosas, el eficacísimo apoyo y acertada dirección de nuestro
dignísimo Arcipreste y con el concurso decidido del Ayuntamiento de esta Villa, tendrán lugar durante la
Semana Santa Solemnes Cultos en la Iglesia Parroquial el Domingo de Ramos, el
Jueves y el Viernes Santos.
A las seis de la tarde del Viernes Santos saldrá
procesionalmente el Santo Entierro de Cristo, para el cual se han hecho cuantiosos
gastos y adquirido todas las imágenes, de gran mérito artístico, así como las
respectivas andas, que son de gran lujo. Llamará poderosamente la atención, por
su riqueza y buen gusto, el magnífico Sepulcro.
La procesión recorrerá las principales
calles de esta población y a ella concurrirán Hermandades religiosas, clero de
esta población y el que para este efecto ha sido invitado de la inmediata Plaza
de Gibraltar, presidiendo la Corporación Municipal, en unión de los Oficiales
del ejercito francos de servicios, funcionarios públicos y demás personas
invitadas para la santa y fúnebre ceremonia.
Dos bandas de música formarán parte del
fúnebre cortejo.
Con objeto de facilitar la concurrencia de
los vecinos de Gibraltar y San Roque, se ha solicitado queden abiertas hasta
las doce de la noche del Viernes Santo las puertas de dicha Plaza iglesia; y en
cuanto a los de la segunda población expresada, la empresa de carruajes “La
Veloz” ha organizado un servicio especial extraordinario de coches que saldrán
el Viernes Santos de San Roque de 3 a 5
de la tarde, verificando el regreso de 11 a 12 de la noche.
El 27 de marzo se dio a conocer el
itinerario que habría de seguir el Santo entierro y que fue el siguiente:
Salida a las seis en punto de la tarde de
la Iglesia Parroquial. Plaza de la Iglesia, Real, Rosa (derecha), San Pedro,
Explanada de Alfonso XIII, Real, San Pablo, Aurora (derecha), Teatro
(izquierda), San Luis (derecha), Clavel (derecha), Jardines (derecha), Teatro
(izquierda), Sol (derecha), San Pablo (izquierda), Real (derecha), Plaza de la
Iglesia a la parroquia.
El orden de la procesión fue como sigue:
Abren marcha cuatro
Guardias Civiles a caballo, detrás la Santa Cruz, Guiones y Estandartes, le
sigue el magnífico paso de San Juan Bautista (nuevo), Banda de música,
Estandartes, notable y lujoso paso, también nuevo, de la Dolorosa. Esta
preciosa imagen va colocada sobre un magnífico dosel de terciopelo con flecos
de oro. La Cruz y Clero Parroquial acompañando a la Urna del Señor –notabilísima
obra artística que llamó poderosamente la atención-. Dentro de la misma el
Sagrado Cuerpo de Cristo, notable escultura de verdadero mérito. Delante de la
Urna La Mujer Verónica y La Fé. Siguen el Ayuntamiento y señores invitados.
Otra banda de música, Piquete de la fuerza de la guarnición militar.
En la procesión del Santo Entierro
estrenaron elegantes gorras los músicos que componen la banda de la Villa.
Una ojeada a la lista se suscripción es
suficiente para ayudarnos a comprender el clima propicio en la que se
desarrolló la empresa con tal éxito final. El mayor aporte, que encabezaba la
lista, fue el Ayuntamiento, con 250 pesetas –en aquellos tiempos era un
capital- y la más humilde, mejor dicho, las más humildes, fueron dos mujeres, o
dos niñas, con diez céntimos cada una. Se recaudaron 1744’65 pts. Cantidad que
resultó más que suficiente para cumplir el cometido, y, ¡milagro de los
milagros! Aún sobró dinero para ayudar a adquirir la Custodia del Corpus
Christi que también se estrenó en junio de aquel año.
Ya solo me resta agregar que aquel mes de
marzo fue muy lluvioso, apenas escampó en todo el mes. Las calles estaban
convertidas en ríos, las huertas en lagos; se perdieron todos los productos
hortícolas y la ciudad mostraba el panorama de una extensión inundada, con
numerosos charcos, lagunas y regatos. La gente transitaba con impermeables y
paraguas. El Viernes Santo, 31 de marzo, llovió con tantas ganas que parecía
que no había llovido nunca y todo el mundo se quejaba de la mala suerte, en
todas partes caras tristes, desaliento y mirar de reojo al cielo con la
blasfemia a flor de labios.
Sin embargo, a las cinco en punto, una hora
antes de la salida de la procesión cesó de llover, apareció el sol por entre
las nubes y brilló un rayo de esperanza.
El Alcalde ordenó a los barrenderos que de
la forma que pudiesen desaguar las calles del itinerario. Tarea a la que se
sumó de buen grado el vecindario. Cientos de escobas empujaron el agua hacia el
Espigón. A la hora y en la forma prevista comenzó el desfile procesional, sin
más contratiempo que una rectificación sin importancia en el recorrido
eludiendo al regreso la calle de San Pablo, continuando por la de Teatro para
entrar en la calle Real camino de la parroquia.
A titulo de
curiosidad transcribo la lista de suscripción popular para sufragar los gastos
que ocasionó la organización de las procesiones de la Semana Santa de 1893.