Capítulo 26
13 de febrero de 1894. “Diario de La Línea”
LA FÁBRICA DE CORCHOS
La catástrofe de hoy.
¡Fuego en la Fábrica! Esta voz
de alarma cundió por toda la población con la rapidez del rayo, a las dos de la
tarde de hoy.
Toda la población púsose inmediatamente en
movimiento hacia la playa del ESPIGON,
punto principal de entrada a la Fábrica.
¡Qué
cuadro más desconsolador se presentaba a la vista de los espectadores! Ayes
de dolor profundo lanzados por los deudos de las víctimas. Estas empezaban a
ser trasladadas por sus propios compañeros fuera de la fábrica, en busca de
socorro y de los auxilios de la ciencia. El aspecto de aquellas era
verdaderamente aterrador.
Síncopes por todos lados entre las operarias
de la Fábrica, que atropelladamente y espantadas huían del lugar de la
catástrofe.
Llamas en la parte sur del edificio, en las
naves de ese lugar, y un temor horrible en todos los ánimos, por la inmensa y
general amenaza que pesaba en aquellos momentos sobre todos los intereses
acumulados en el importantísimo y
populoso barrio de San Felipe.
Este era el cuadro que el siniestro
presentaba a los pocos momentos de producida la catástrofe.
El
Sr. Alcalde, Juez Municipal, Secretario del Ayuntamiento, fuerzas de la Guardia
Civil, Municipal, de Orden Público, Militar, Carabineros y Agentes de la
Compañía Arrendataria de Tabacos, acudieron instantáneamente a la Fábrica a
prestar los necesarios auxilios; adoptando las autoridades civil y judicial las
disposiciones oportunas, conforme eran posibles con la gravedad de las circunstancias.
La potente fuerza del voraz elemento aumentaba con la inmensa cantidad de
combustible allí aglomerado y la escasez
de recursos con que desgraciadamente aquí se cuenta, ¡pues se carece hasta de agua! para contrarrestar un incendio de
tan gigantescas proporciones como el de hoy.
Hace más de cuatro años, en el mes de junio de 1889, que la misma Fábrica fue
reducida a cenizas por otro incendio terrible, pero no hubo víctimas como en el
de hoy.
COMO SE INICIO
Las versiones sobre este punto son
distintas, como sucede siempre en estos casos; pero lo más verosímil, la que se
considera más próxima a la realidad, sin que por ello nosotros podamos por ella
responder, es la siguiente:
El
depósito de polvo de corcho parece que se inflamó; observado esto por los
operarios, se dio la voz de alarma y se precipitaron a seguida sobre la puerta
del depósito de referencia, con algunas mangas de incendio ya en funciones, don
Juan Conte, gerente de la Fábrica y
varios operarios. A los primeros golpes de agua el depósito explotó, arrollando
las llamas a cuantos encontró más próximo y causando en los mismos horribles y
graves quemaduras, propagándose el incendio a uno de los inmensos talleres de
máquinas y depósito de tapones, que a las cuatro de la tarde eran consumidos
por inmensas llamas, amenazando el fuego a todos los edificios colindantes;
tanto, que el destrozo causado en los mismos para quitar mayores elementos de
destrucción al voraz elemento ha sido de inmensa consideración.
El terror que las víctimas produjeron entre
los mil operarios de ambos sexos y de
todas edades, que aproximadamente trabajaban en la Fábrica fue
indescriptible, aumentado y reproducido después en la calle entre las familias
de dichos operarios que desoladas acudían para saber la suerte que había cabido
a cada uno de sus deudos.
DISPOSICIONES
El Sr.
Conte fue inmediatamente conducido a sus habitaciones de la propia Fábrica,
las que, gracias al viento de poniente que reinaba, no estaban de momento
amenazadas de riesgo alguno.
El maestro mecánico Don Antonio Peláez, que es uno de los más graves, también fue
conducido a uno de los locales próximo a las habitaciones del Sr. Conte.
El Sr.
Alcalde tuvo la precaución de ir acompañado de los médicos señores Quiñones y Rovira, uniéndoseles
después el señor Jiménez, los cuales
prestaron a los heridos, antes expresados, los primeros auxilios.
A los demás médicos municipales se les indicó
la necesidad de que se constituyeran en el hospital, rogándose hicieran lo
mismo a todos los demás médicos a quienes se encontró al paso; a la vez que a
los que conducían a los heridos y que salían de la Fábrica sin saber qué hacer,
se les advertía que condujesen a aquellos al Hospital, lo que efectuaron con
toda celeridad que el estado de las víctimas reclamaba.
Otra de las medidas adoptadas por la
autoridad fue mandar a despejar la Fábrica del inmenso público que en ella se
había aglomerado, para evitar nuevas desgracias y para que pudieran trabajar
holgadamente los operarios dedicados a la extinción del incendio e impedir que
éste se propagara a las inmensas pilas de corcho acumuladas en el patio.
Como las fincas colindantes estaban
amenazadas por el voraz elemento, y son en gran número, conteniendo multitud de
vecinos en su mayoría pobres, y muchos establecimientos públicos, fue preciso
empezar a desalojar las habitaciones y a
depositar en medio de la vía pública todo el menaje contenido en aquellos
locales, produciéndose el destrozo consiguiente al tropel con que tales
operaciones se tenían que realizar.
Para evitar todo desorden y todo hecho
vandálico, que aún tratándose de tan tristes circunstancias son fáciles de
ocurrir en casos semejantes, el Sr.
Alcalde dispuso que la fuerza del Regimiento
de la Reina que acudió desde los primeros momentos, así como la Autoridad
militar, formase un cordón que retirase al público de aquellas proximidades,
como así se efectuó, con lo que se evitaron múltiples conflictos, reinando en
aquellos lugares de tristeza y desolación el mayor orden.
La mayoría de los edificios colindantes con
la Fábrica son de pertenencia de los señores
Larios.
Entre las propiedades ajenas a dichos
señores, que más daño han sufrido, se encuentra la del señor Grandy, que se hallaban bajo el fuego del almacén de tapones
cuyas llamas se comunicaban por dos ventanas a la casa-horno del expresado individuo, y sobre la cual caían los
corchos incendiados, por cuya razón hubo que desalojarla, causándole
forzosamente con tal motivo grandes destrozos en la misma.
EN EL HOSPITAL
Triste era en verdad el espectáculo que se
presentaba en este benéfico Establecimiento.
Diez
individuos yacían postrados en cama, la mayor parte de ellos con todas las
partes del cuerpo achicharradas.
Ayes, lamentos, olor nauseabundo de carne
quemada; recuerdo y llamamiento de la madre, del hermano, del hijo… todo contribuía
a aumentar la angustia de que el ánimo se mostró poseído, cual si pesara sobre
él inmensa loza de plomo.
Allí hallábanse dedicados con verdadero
celo y humana caridad a la curación de
las víctimas los médicos señores don
Manuel Quiñones, don Federico Bonelo,
don Francisco Escobar, don Enrique Rovira y don Francisco Martínez.
También prestaron valiosos servicios
curativos los señores farmacéuticos don
Juan Fariñas y el auxiliar de Sanidad don
Francisco Mejías.
En la puerta del Establecimiento, que
permanecía cerrada, se sentían los angustiosos ayes de individuos
pertenecientes a las familias de las víctimas, a quienes no se les permitía la
entrada, por temor a que dificultaran las operaciones curativas más importantes
en aquellos momentos con las expansiones propias de un dolor sincero.
LOS HERIDOS
El
número de estos asciende a doce. Todos tienen quemaduras de primero o
cuarto grado en la cara, pecho, manos, brazos y piernas.
Están considerados graves: Don Juan A. Conte; Antonio Díaz Cantero;
José Pérez Lucena; Ignacio Miramontes, Juan Tejero, Pedro López, Antonio
Torres, José Sanz Gracia y el niño Ángel
García.
Son
considerados gravísimo: Antonio Peláez,
Antonio Tello y Manuel Romero.
A excepción hecha del Sr. Conte y de Peláez y Sanz que se encuentran en sus casas a
ruego de las familias, todos los demás están en el Hospital perfectamente
asistidos, habiendo sido visitados esta tarde por el señor Alcalde cuya autoridad ordenó se les tratara con el mayor esmero al
par que les prodigó palabras de consuelo.
También dispuso el aumento de un
practicante que nombró en el acto, para que ayude a la curación de los heridos
con la eficacia que es necesaria.
FIN DEL INCENDIO
A las seis de la tarde logrose sofocar el
incendio y poco después dominose por completo, gracias a una potente manga
dirigida con gran acierto, que se utilizó a ultima hora, renaciendo con ello la
tranquilidad en los espíritus, bastante necesitados de ella, muy especialmente
en el vecindario del barrio de San
Felipe.
OTRAS AUTORIDADES
El Sr.
Juez de Instrucción de San Roque, en el acto que recibió el telegrama del juez Municipal de esta Villa, comunicándole
el triste suceso, se dirigió a esta población, en la que se encuentra desde
mucho antes del anochecer.
Los tenientes de Alcalde don Salvador Ruiz y don Cipriano Dovarganes que acudieron al
lugar del siniestro desde los primeros momentos, esforzáronse en prestar toda
clase de auxilios y en adoptar cuantas disposiciones aconsejaban las
circunstancias.
También vimos entre las autoridades a los
concejales señores Toledano y Natera.
CONSIDERACIONES
Después de ocurrido el incendio del año 89 en la Fábrica de Corchos y de
que antes hacemos mención, los señores
Larios establecieron en el indicado edificio una potente bomba movida a
vapor, con mangueras y todo el material que, según se aseguraba, habían creído
más que suficiente para dominar cualquier incendio que se produjese en la
Fábrica.
Pozos, bocas para las mangas que habían de
expeler el agua, cubos y hasta el personal de los mismos operarios destinados a
formar la sección de bomberos, todo decíase o se afirmaba estar previsto, y
esta era la creencia general en la localidad; pero hoy la decepción ha sido
inmensa entre todos al ver las deficiencias que en tan importantísimo servicio
se notó en la Fábrica, así en los primeros momentos como en los últimos; decepción tanto mayor cuanto que es el segundo
siniestro de igual índole que en aquel inmenso local se produce, en el que
tantas vidas están pendientes de la más pequeña imprevisión y donde tan
cuantiosos intereses, como son los que contiene el inmenso barrio de San Felipe, se ven gravísimamente amenazados y sufren
graves e irreparables perjuicios cada vez que en la Fábrica de Corchos se
produce un incendio.
La vida de unos mil operarios y los
intereses de una gran parte de esta población merecen no ser descuidados y la
desgracia ya repetida debe hacer comprender que es preciso pensar en exigir que
la Fábrica permanezca constantemente en condiciones de que las vidas y
haciendas por ella amenazadas están en todo caso y por toda clase de motivos
completamente garantizadas.
Pensamos ocuparnos detenidamente de este
importantísimo asunto por humanistas y
por deber; pero para hacerlo con la extensión que el mismo reclama preciso nos es verificarlo en nuestros
próximos números, pues hoy, que hasta el anochecer hemos permanecido en el
lugar del siniestro y al lado de las víctimas, apenas tenemos tiempo para poder
dar cuenta a vuela pluma del triste suceso que dejamos ligeramente relatado
para conocimiento de nuestros abonados, sin perjuicio de ocuparnos mañana con
más extensión del mismo, así como de ampliar o rectificar las noticias
publicadas, según lo que proceda.
A última hora y cuando el incendio estaba
ya dominado, llegó de Gibraltar algún
material de incendios, consistente en dos bombas y solamente cuatro individuos
del cuerpo de bomberos, pues los aparatos eran servidos por soldados de la
guarnición de la indicada plaza, al mando de dos oficiales que no sabemos quién
autorizó su venida con tal carácter militar.
En vista de lo innecesario de sus auxilios,
regresaron a Gibraltar a los pocos
momentos, retirándose acto seguido también, al cuartel, la fuerza de Infantería
de esta guarnición que tan valiosos auxilios prestó durante toda la tarde.
Dios y la Ciencia dan alivio a los heridos.
Las perdidas materiales sufridas son muchas y de consideración. La Fábrica está
asegurada por una fuerte suma.
Día 14 de febrero de 1894.
MÁS DETALLES DEL SINIESTRO
En la mañana de hoy hemos visitado la
Fábrica de Corchos incendiada ayer.
Todos los talleres están parados,
verificándose la limpieza de los mismos por algunos operarios. Otros dedícanse
a desalojar el depósito del polvo de corcho que ayer motivó la catástrofe de
que ya tienen conocimiento nuestros lectores.
En la puerta de la Fábrica agloméranse
muchos operarios de ambos sexos a los cuales se les impide la entrada, por no
haber trabajo.
Los talleres altos donde funcionan las
máquinas-discos, de las que poseen los Sres Larios diploma especial, como inventores de ellas son los que más han sufrido.
El taller de dichas máquinas que está encima del
depósito donde ocurrió la explosión, ha sufrido mucho deterioro en sus muros y
grandes desperfectos en la techumbre que es de hierro y zinc, como todas las
demás de la Fábrica.
Las máquinas existentes en el mismo que
consiste en una gran hilera de ellas, para mujeres, colocadas en la nave
derecha, han sufrido diferentes desperfectos y la pérdida total del correaje y
de los aparatos para el alumbrado eléctrico.
Las colocadas en la nave izquierda de dicho
taller y en las que trabajan niños de diez a quince años, fueron destruidas por
el incendio totalmente.
A continuación de dicho taller y como
complemento del mismo, existía otro salón para depósito de “cuadrados” en el cual se habían instalado diferentes máquinas
nuevas.
Este local ha sido totalmente destruido por
el incendio. El techo hundiose ayer durante la catástrofe; sus muros están
todos agrietados y amenazando desplomarse de momento, lo que se teme ocurra
cuando se acabe de separar la techumbre, operación a que están hoy dedicados
gran número de operarios.
Para evitar dicho derrumbamiento se están
llevando a cabo los apuntalamientos necesarios tanto interior como
exteriormente.
En el gran salón de máquina-discos para
mujeres que está en comunicación con el primero de los antes descritos y que
está sobre el molino del serrín, ha perdido todo el correaje y sufrido
bastantes desperfectos la maquinaria con destrucción también de los aparatos
para el alumbrado eléctrico.
Todos estos locales se están limpiando y
colocando en condiciones para poder apreciar el verdadero estado en que se
encuentran y daños sufridos, cosa que a primera vista es muy difícil de
apreciar.
El depósito del polvo de corcho que contiene
una inmensa cantidad del mismo, se está desalojando por otra cuadrilla de
operarios y cuyo polvo se extiende sobre sacos en el gran patio principal de la
Fábrica con el fin de secarlo.
EL COMANDANTE GENERAL
Cuando estábamos terminando la visita de
inspección a la Fábrica llegó a ella, serían aproximadamente las doce el Excmº Sr. Comandante General de Algeciras,
acompañado del ilustrado jefe de E. M.
Sr. Centaño, del Sr. Alcalde, Comandante Militar, Jefe de la
Fuerza de la Compañía Arrendataria de Tabacos y Secretario del Ayuntamiento.
Dicha Autoridad militar tuvo conocimiento
ayer del siniestro por telegrama que le dirigió el Sr. Alcalde y que, sin saber por qué, no recibió hasta después de
las ocho y media de la noche, lo que le impidió, con motivo del cierre de la
estación telegráfica, comunicar instrucciones a estas autoridades. Pero en el
acto dio cuenta detallada al Gobierno.
Inmediatamente recibió telegrama del Excmº Sr. Ministro de la Gobernación,
quien se lamentaba de la inmensa desgracia ocurrida, participándole había dado
órdenes al Gobierno de la provincia para que enviara cuantos socorros fueran
necesarios y dispusiera todo aquello que las circunstancias exigieran.
Esta mañana el Comandante General
telegrafió al Sr. Alcalde comunicándole
su sentimiento por el triste suceso acaecido y por no haber podido efectuar su
venida ayer mismo por consecuencia del retraso con que recibió la noticia
telegráfica, anunciándole a la vez su venida en la mañana de hoy.
Serían las once cuando llegó, e
inmediatamente se trasladó a la Fábrica acompañado de las personas que
anteriormente dejamos indicadas.
Recorrió todo el local, enterándose
minuciosamente de todos los detalles de la catástrofe y de los daños causados.
Después pasó al Hospital donde visitó uno
por uno a todos los heridos, enterándose detenidamente del estado de cada uno
de ellos y conversando con aquellos cuyo estado lo permitía, así como con los
demás enfermos que existen en aquel Establecimiento.
Demostró la satisfacción que había
experimentado al ver por sí mismo el perfectísimo estado en que el Hospital se
encuentra, la limpieza y extremado aseo que se observa hasta en los menores
detalles, y el extraordinario esmero con que son atendidos todos los pacientes.
A la Superiora
de las Hermanas a cuyo cargo se halla el Hospital ofreció enviarla mañana
desde Algeciras una limosna para el Establecimiento.
La expresada Superiora participó a las
Autoridades que los señores le habían enviado en la mañana de hoy un socorro en
metálico de cien pesetas y algodón en rama para la curación de los heridos de
ayer, y orden de que reclamara a dichos señores cuanto creyera necesario para
aquellos desgraciados.
Terminada la expresada visita, el Exmº Sr. Comandante General telegrafió
al Gobierno dándole cuenta de su resultado, y del estado en que la Fábrica y
las víctimas de la catástrofe se encontraban.
No ha podido fijar el importe a que
ascienden los daños materiales causados, por no ser posible aún apreciarlos.
Créase, sin embargo, que las pérdidas
ocasionadas por el corcho inutilizado, ascenderán de treinta a cuarenta mil pesetas y las de los desperfectos en el
edificio y maquinaria, podrán llegar a unas cien mil pesetas.
Sería la una y media de la tarde cuando el Sr. Comandante General abandonó esta
población para dirigirse a Algeciras, expresando antes a las Autoridades
locales lo satisfecho que quedaba del celo desplegado por las mismas con motivo
del triste suceso a que nos referimos.
CADAVERES
Anoche a las nueve, después de publicado
nuestro número de ayer, fue extraído del interior del depósito que motivó la
explosión origen de la catástrofe, el cadáver del desgraciado Manuel Tello Padilla segundo operario
del molino de serrín de corcho y hermano de Antonio, encargado de dicho molino,
que en estado agonizante se encuentra en la mañana de hoy entre los demás
heridos, en el Hospital.
Manuel
Tello fue el primero que entró en el depósito explotado, momentos antes de
ocurrir la catástrofe, y según parece quedó asfixiado dentro de aquel, pues las
quemaduras que presenta no han podido producirle la muerte, según dictamen facultativo.
Dícese también que pudo ocasionarle la
muerte el derrumbamiento de un tabique dentro del depósito, ocurrido al tener
lugar la explosión.
En la madrugada de ayer falleció Manuel Romero y Romero, uno de los
heridos de mayor gravedad, que se hallaban en el Hospital, cuyo cadáver fue
trasladado de orden facultativa al depósito del cementerio católico.
De estos desgraciados, Manuel Romero es soltero y no deja familia alguna, pero Manuel Tello es casado y mantenía
también a su anciana madre.
ESTADO DE LOS HERIDOS
Don
Juan A. Conte y don Antonio Peláez
continúan en igual estado que ayer, sin que se les haya presentado la fiebre
que se temía. José Sanz Gracia, que
se encuentra en su domicilio, es el que más satisfactoriamente se encuentra.
Los ocho restantes continúan graves, especialmente Antonio Tello cuyo estado es desperado así como el de Antonio Torres y el del niño Ángel Gracia que a última hora se ha
agravado, y a los cuales, a las cinco de la tarde se las prestaba los auxilios
espirituales.
ULTIMAS NOTICIAS
Con motivo de la agravación de los heridos
de que antes hacemos mérito, ha estado esta tarde en el hospital el Sr. Carlos Larios, en representación también
de sus hermanos, enterándose del estado de las víctimas y procurando
proporcionar cuantos auxilios necesitasen.
También estuvo de nuevo en dicho
Establecimiento el Sr. Alcalde con igual objeto.
Con motivo de dichas visitas se adoptó el
acuerdo, que se realizó inmediatamente, de habilitar para enfermería uno de los
espaciosos salones del edificio, que estaba destinado a escuela de niñas,
habiéndose suspendido las clases hasta nueva orden.
A dicho salón han sido trasladados los
heridos que no se hallan en inminente peligro, separándolos de los que se
hallan agonizantes, para hacer más llevadera la situación de unos y otros.
Los señores
Larios han enviado también al Hospital sábanas y mantas cuya falta se hacia
sentir.
Siempre ha sido patente el inmenso servicio
que a la población presta el Hospital de
esta Villa, por las miserias y desdichas que constantemente remedia, pero
con motivo de la catástrofe de ayer han podido convencerse todos de la gran
desgracia que es para una localidad no contar en momentos de horribles
angustias con un Establecimiento benéfico como el de que se trata.
En él encontraron ayer pronto y eficaz
auxilio de todo género las desgraciadas víctimas de la catástrofe, que de otra
manera hubieran andado esparcidas y dificultado la prestación de los auxilios
de la ciencia con la prontitud y esmero que sus delicados estados reclamaban.
A los que dudar puedan de tales beneficios
les aconsejamos visiten en estos días el Hospital, y seguro estamos que habrán
de convertirse en sus más ardientes defensores y protectores.
El hospital, como es sabido, se sostiene de
la caridad oficial y particular. Este desgraciadamente viene debilitándose,
hasta tal punto, que se encuentra hoy seriamente amenazada la existencia del
Establecimiento.
¡Una
limosna imploramos para el mismo! No dudamos en que habrá almas piadosas
que contribuyan con su óbolo al amparo de los desgraciados que allí se albergan,
confiados en no ser abandonados por los que disfrutan de dicha y bienestar;
pues ninguno debemos olvidar que todos somos hermanos.
DIGNO DE LOA
Uno de los muchos de nuestros convecinos
que más se distinguió ayer en realizar toda clase de trabajos, con exposición
de su vida, en la extinción del incendio de la Fábrica de Corchos fue el
conocido industrial don Rafael Corona
España, quien en los sitios de mayor peligro, sobre los tejados y muros,
dirigió y practicó el arroje de agua y demás trabajos encaminados a sofocar la
inmensa hoguera que amenazaba incendiar todo el barrio de San Felipe.
Estos valientes hechos de nuestro convecino
son públicos, y por tanto las alabanzas y aplausos son unánimes para el señor
Corona, y nosotros nos unimos de todas veras a los que aclaman su
extraordinario arrojo, enviándole nuestra enhorabuena, así como a todos los que
le ayudaron en su valerosa tarea.
RELACIÓN DE MUERTOS Y HERIDOS