Capítulo 24
HACEN FALTA EXPLICACIONES
¿Se puede saber qué ocurre en la Aduana?
Hace tiempo que “el Diario de La Línea” viene ocupándose de los abusos e
irregularidades que se vienen cometiendo con el público, arrebatando las mercancías
que en pequeñas cantidades se presentan al adeudo, si los dueños no satisfacen
en el acto el importe del derecho, dándose el caso repetido de que algunos de
aquellos, no teniendo la cantidad necesaria, hayan salido a buscar, prestado
casi siempre, los céntimos que le faltan, y al volver a los pocos minutos a la
Aduana a pagar los derechos de la exigua mercancía y recoger ésta, se les ha
manifestado que no tienen derecho a reclamarla, pues está perdida.
¿Puede darse mayor iniquidad?
Dada la angustiosa necesidad, la angustiosa
situación por que atraviesa la infeliz clase obrera, arrebatarle a un hijo del
trabajo el alimento que trae para su familia porque en el acto no apronta unos
miserables céntimos ¡eso es vergonzoso y
criminal!
Pues bien; contra esto hemos clamado inútilmente,
y con nosotros todas las personas honradas y de notables sentimientos, pero el
poder de los aduaneros es omnímodo en razón inversa de sus sentimientos
humanitarios.
Y ahora viene lo más sabroso. En el Boletín Oficial de esta provincia
correspondiente al 21 del presente mes aparece inserto lo siguiente:
ADUANA
NACIONAL.-LINEA DE GIBRALTAR.- EDICTO.
Don Juan Luciano
Copena y Alguegui, administrador de la Aduana de la
Línea de Gibraltar.
Hago saber: Que en los almacenes de esta
Aduana existen treinta kilogramos de de garbanzos, trescientos cuarenta
kilogramos de azúcar, ciento ochenta kilogramos de canela de Ceilán
(desperdicios) y ciento ocho kilogramos de té, procedente de abandonos, según
resulta del expediente número 7, instruido en esta oficina; y con el fin de que
las personas que se crean con derecho a presentar reclamaciones puedan hacerlo
dentro del plazo de veinte días, contados desde el siguiente en que aparezca
inserto este edicto en el Boletín Oficial de esta provincia, he dispuesto hacer
público el abandono de aquellas mercancías, advirtiendo que si no se presentase
persona alguna a interponer reclamación dentro del plazo indicado, se
considerará como de ningún valor cualquiera que se presente una vez
transcurrido el mismo.
Lo que se hace
público para general conocimiento.
La Línea 11 de noviembre de 1893.
Juan Luciano Copena.
¿Qué
quiere decir esto? ¿No habíamos quedado en que esas mercancías estaban
perdidas? Se da un plazo de veinte días para que los dueños o personas que
se crean con derecho a ellas se presenten a recogerlas.
¡Esto
es irrisorio! ¿Sabe el señor Administrador quienes son los dueños de esa azúcar
y de esos garbanzos? Pues todo el pueblo. Divida esos centenares de kilos
en paquetes de a dos o tres onzas y espere que vaya un dueño para cada paquete
a recogerlo.
Y sobre todo ¿Cómo puede probar un individuo a quien le arrebataron la mercancía que
este o aquel paquete es el suyo? Y si señala cualquiera que no le
pertenezca, inadvertidamente, o con mala intención, ¿qué hará el señor Administrador cuando se presente el verdadero dueño?
El susodicho edicto no es más que una
provocación de graves conflictos y un escarnio para los infelices a quienes se
despojó ayer de lo suyo.
Además, en esta localidad puede
conceptuarse como clandestino, pues el Boletín de la provincia solo se lee en
las dependencias oficiales, y habiendo aquí cuatro periódicos, lo lógico y lo
bien intencionado hubiera sido publicarlo en ellos para que al pueblo se
enterase, si lo que se persigue es que SE
ENTERE EL PUEBLO.
Existe un cúmulo tan grande de desaciertos
y abusos que es preciso combatir a sangre y fuego para que desaparezca.
¿Es
cierto que ayer el Sr. Inspector preguntó quién presenciaba el recuento de lo
que se recauda en la llamada tablilla? ¿Es cierto asimismo que el Administrador
dijo que él, en compañía del Interventor y el Vista?
¿Señor Vista, es cierto todo eso? ¿Usted presencia el
recuento?
Esto no puede seguir más tiempo. El pueblo
está oprimido y sufre vejaciones con el despotismo y dudoso proceder que se
observa en la Aduana.
Llamamos enérgicamente la atención de las
autoridades y muy especialmente la del Sr. Alcalde, que seguramente habrá de
tomar cartas en el asunto en pro de la razón y de la justicia.
Hora es ya de que sepa el Sr. Administrador
de la Aduana, que se encuentra en un pueblo civilizado, honrado, y no en una
tribu de las del Riff.
EL TUMULTO DE HOY. Acabando de escribir las anteriores líneas,
recibimos un aviso en la REDACCIÓN de que en los alrededores de la Aduana se había
producido un gran tumulto.
GRITOS Y PEDRADAS. Inmediatamente nos trasladamos a dicho sitio,
donde más de trescientas personas, pertenecientes a las clases necesitadas del
pueblo, se encontraban en tropel dando gritos de ¡Abajo el Administrador! ¡Que es un ladrón! Y lanzando piedras
contra el edificio de la Aduana.
INTERVIENE LA AUTORIDAD. La primera Autoridad que allí vimos fue a
nuestro digno Alcalde Sr. Acedo, que
dirigiéndose a los grupos le exhortaba, con convincentes razonamientos, a que
cesaran en su actitud hostil, prometiéndoles hacer todo lo posible por que no
se repitan los atropellos y abusos de que se quejaban los manifestantes.
A fuerza de grandes trabajos consiguió el
Sr. Acedo calmar un poco los ánimos y cesó el tumulto, si bien los grupos no se
disolvieron.
ORIGEN
DEL CONFLICTO. El origen del
escándalo fue el mismo que en el artículo anterior señalamos, lo cual demuestra
lo fundamentado de nuestras aseveraciones.
Parece ser que unas mujeres presentaron al
adeudo varias cantidades de harina, y como el importe de los derechos nunca es
igual, pues este varia según cambie el encargado del aforo, no traían aquellas
la cantidad necesaria para el pago y
salieron a proveerse de más dinero. Parece que se trataba de ¡¡¡DIEZ CÉNTIMOS!!!
Devuelta a los pocos instantes, reclamaron
su harina y les manifestaron que estaba perdida. Las susodichas mujeres
reclamaron y suplicaron inútilmente, haciéndolas irritarse mucho más la altanera y
desconsiderada actitud del Administrador
que no las atendió cuando se presentaron a reclamar, sino antes al
contrario, como siempre, pareció gozarse con el perjuicio que ocasionaba a
aquellos infelices, llegando a pagar a una causándole en el pecho una
contusión.
Salieron estas a la calle quejándose y
protestando del despojo que tan injustamente habían sufrido, y una vez hecho
público el suceso, irritáronse los ánimos ya predispuestos a ello por los
atropellos sufridos anteriormente, y comenzaron los gritos de protesta, se
arremolinó la gente y la agitación se produjo.
PROCEDER DEL ADMINISTRADOR. Parece que, una vez dominado aparentemente el
tumulto, el Sr. Alcalde pasó a ver al Administrador para ponerse de acuerdo con
él y solucionar el conflicto en forma conveniente, y que este señor, no
solamente dejó de hacer esto, sino que no hubo de guardar a la primera
autoridad local todas las atenciones debidas.
SE REPRODUCE EL TUMULTO. Al poco
rato, y cuando todo parecía ya terminado, los grupos que aun no se habían
disuelto, comenzaron de nuevo a dar “mueras” y otros gritos contra el
Administrador e Interventor, reproduciéndose el motín con más fuerza, pues desde
los primeros momentos no cesó de acudir gente y podían contarse ya más de mil
quinientas personas.
LA GUARDIA CIVIL. Acudieron dos parejas de la Guardia Civil y
un oficial de dicho Instituto, las que ayudaron al Alcalde a contener el
tumulto.
FUERZA DE INFANTERIA. En tal situación, se presentó el Sr.
Comandante Militar que ordenó salieran las dos compañías del regimiento de la
Reina llegadas esta mañana.
Esta fuerza consiguió que se replegaran
los manifestantes, y ocupó las puertas del edificio de la Aduana y las
boca-calles inmediatas a este, en evitación de un mayor conflicto.
EL VISTA. Al poco rato salió del edificio de la Aduana
el Vista Sr. Don Juan Pérez, que es un funcionario honrado y dignísimo, gracia
a cuyo tacto y buenos modales con el público ha evitado que no ocurra
diariamente lo de hoy, que al no ser por la mediación del Sr. Alcalde y
funcionarios que le acompañaban, acaso La Línea tendría hoy que registrar en su
historia una página de sangre.
El
Vista Sr. Pérez fue aclamado por la multitud y transportado en brazos
durante un gran trayecto.
¡Ese contraste de la actitud del pueblo con
uno y otros, demuestra que el cumplimiento del deber no está reñido con la
educación y el buen trato para los que además de ser contribuyentes al Estado
son vecinos pacíficos, que sólo a fuerzas de sufrir vejaciones es como se les
lanza a la desesperación.
PROCEDIMIENTO. El Sr. Alcalde a demás de dar cuenta de lo
ocurrido a las autoridades superiores, ha puesto el hecho en conocimiento de
los tribunales con el fin de que cada cual sufra las consecuencias de las responsabilidades
que hayan contraído.
Desde luego, podemos asegurar que el pueblo
de La Línea no ha dado lugar a lo ocurrido, habiendo sido provocado. Así lo
demuestra el que jamás se hayan aquí registrado sucesos como los de hoy.
No se puede continuar así y es preciso
poner remedio con la urgencia que reclaman las circunstancias.
Del “Diario de La Línea” de 23 de noviembre de 1893.