Capítulo 66
LA FERIA LLEGA …
…y con ella, la
hora de que se realicen las gratas esperanzas de nuestras niñas bellas, los
sueños felices que forjaron en las incomparables noches veraniegas tibias y
perfumadas … ensueños de amores ideales mucho tiempo presentidos y esperados
con verdadera impaciencia…
Todos anhelamos, la marcha rápida del
tiempo que falta acariciando la ilusión de que esos días alegres en que parece
se hace un alto en la vida han de borrar, por unas horas siquiera, nuestras
constantes amarguras.
Y satisfechos vamos viendo las primeras
casetas, los primeros feriantes, las tiendas llenas, los niños que gozan ya
pensando en el trajecito nuevo. Muchos vendedores ambulantes, muchos organillos
callejeros … mucha alegría. Es una oleada de vida que se extiende por la ciudad
toda, y que a medida que el tiempo corre se agiganta más y más sacudiendo la monotonía
constante de nuestra existencia y predisponiendo los ánimos para una completa
embriaguez de encantos y de bellezas.
Y ya,
mentalmente, vemos parar la Banda, y tras ella, la eterna turba de pequeñuelos
que ríen y gritan alegrando el pueblo todo con su alocada felicidad.
La feria llega, y la alameda donde se
instala volverá por unos días a dar la sensación de un gran palacio de ensueños
claveteado de fuego, bajo el cual, en delicioso tropel, se desbordan las flores
más exquisitas del jardín de la vida; rosas carnales cuyo embriagador perfume
se adentra en las almas, acelera los latidos del corazón, y hace como nunca mentir
la alegría de vivir.
Un delicioso murmullo de piropos dulces y
chispeantes, de risas cristalinas y bulliciosas se clavará en el espacio
saturado de muy diversos aromas, y surcado a ratos por caprichosos cohetes que
como lluvia de estrellas aumentarán a intervalos los puntos luminosos del
firmamento.
Volverá a otras la monótona cantinela de los
feriantes que a voz en grito ensalzaron las existencias de sus mercancías …
Y los eternos muñecos humanos que la triste
carreta de la farsa da a luz, se exhibirán sonrientes y horriblemente
pintarrajeados mientras cuatro MUSIQUEROS luchan por arrancar sonidos armónicos a unos
instrumentos, y el Director del circo anuncia las piruetas que harán los
titiriteros…
Y gozamos creyendo ya estar danzando y
viendo danzar a las nenitas guapas al compás de un voz modernista, mientras los
papas, sintiéndose rejuvenecidos pasean muy en Tenorios, y las pobres mamas
cuchichean y rememoran los tiempos que pasaran para no volver.
Y luego el desfile también alegre,
bullicioso también…
Se irán amortiguando los ruidos, apagándose
las luces…; en el paseo quedaran tan solo algunos morosos; harán su aparición
las tristes flores marchitas buscando amor sin amor, y ante los puestos de
dulces se estacionaran los golfillos que con infinita amargura y muy
disculpable envidia lanzaran interminables miradas a lo que tan lejos de ellos
está…
Con asombrosa rapidez irán pasando esos
días esperados todo el año con impaciencia y afán…; esos días que consiguieron
amortiguar nuestros morales dolores…; esos días que a muchas mujercitas
proporcionaron la dicha de conquistar un corazón del que nacerán amantes frases
que arrullen sus oídos, y que en otras pobres dejaron la amargura de una nueva
decepción…
¡Oh feria…! Semana loca, bulliciosa,
cascabelera…; conjunto de contrastes bellos… Eres siempre igual, distinta
siempre, porque cada año que pasa son distintas las sensaciones que vas dejando
en las almas sin que tú constantemente bella, eternamente alegre, hagas nada
por conseguir esto.
Yo que muchas veces gocé en tus días de
verdadera aventura, quisiera poder seguir alocándome y sumarme a ese tropel
bullanguero que por ti y contigo se agita…
Quisiera… quisiera…, pero ya no puede ser,
el encanto de mi vida está roto, y no puedo evitar que una lágrima rebelde
humedezca mis mejillas viéndote llegar a ti, que indiferente, como si una mujer
fueras, ríes con locura adorable ofreciendo a todos el tesoro de tu eterna alegría…
Rafael Segovia Ramos. Año 1924.
Antonio Cruz de los Santos |